domingo, 18 de enero de 2009

De la Artesanía a la Gracia

Darren Aronofsky es un funambulista de élite, permanece de manera admirable en la línea divisoria entre arte e industria, poesía y entretenimiento. Dentro del circo de la gran producción, él es un tocado por la gracia de los cineastas con brillo especial, y ha demostrado en su corta filmografía distanciarse de sus coetáneos, ya que el tiempo es lo único que separa a los buenos artesanos de los genios. El ejemplo lo tenemos en directores de su generación como el británico Christopher Nolan y el también estadounidense Bryan Singer. El filmaker de Londres es un realizador que se maneja a la perfección con un guión que marque las pautas con la precisión de un reloj suizo, no hablamos de textos perfectos, pero sí de escritos donde las subtramas llevan el desarrollo global de la historia hacia delante de manera implícita y sofisticada. De aquí se derivan sus dos mejores trabajos hasta la fecha, la sorprendente Memento y el hábil juego de manos que supone -The Prestige (El Truco Final)-.

–Insomnio- y -Batman Begins- son piezas de una media superior al cine norteamericano actual, pero no ocultan un hecho inevitable y es que Nolan es un magnífico artesano sin la chispa de los grandes. Capítulo aparte merece su última adaptación del héroe de gotham city,

un hipertrófico laberinto de poderosas secuencias y fascinante planificación, que quedan desvirtuadas por la obstinación de la que Nolan hace gala al insuflar la película de una barata trascendencia superior, intentando hacer filosofía con orejitas de murciélago. Y es en este punto donde Chris Nolan y Bryan Singer se dan la mano. La farragosa lentitud de cámara, unido al recargado pseudo contenido social son las marcas de registro de un autor como Singer, responsable de la renovación del thriller de los noventa con su robusta y apabullante –Sospechosos Habituales-. Tal incursión cinematográfica hacía apuntar alto al director de Nueva Jersey, aunque todo quedó en un reflejo de vidrio. A la correcta –Verano de Corrupción- (correcta película, superdotada interpretación de Ian McKellen) le han seguido -X-Men- y su secuela,
-Superman Returns- o la implicación en una serie de televisión como -Football Wives-, episodio piloto de una serie que nunca llegó a ver la luz, a su vez remake de la serie inglesa "Footballers' Wive$". Proyecto que intentaba acercar la vida de varias mujeres casadas con jugadores de fútbol. Ahora nos llega su aparatosa –Valkiria-, basada en uno de los capítulos más desconocidos de la segunda guerra mundial, aquel que cuenta la historia de un oficial del ejército germano que trató sin éxito de matar a Adolf Hitler en 1944.

Otra vez se esperaba mucho de Singer, puesto que abandonaba la ciencia ficción para regresar a la patente realidad humana y a un contexto histórico, pero vuelve a no ser lo prometido (por las secuencias completas visionadas por este redactor). Bryan Singer es un artesano comedido con una irrupción en el séptimo arte (no debut) de un calibre desmedido. –Sospechosos Habituales- es de largo uno de los mejores títulos de los ´90.
[Este vídeo revela información total del final]

Aronofsky es diferente a ellos. La aparición de Darren en el cine es masivamente aclamada en sundance. –Pi (fe en el caos)- es un homenaje al estilo underground norteamericano, con delirante atmósfera kafkiana y un gran poder de seducción. Las lagunas presupuestarias (80.000 dólares es el coste del film) no frenan el desbordante talento de un creador visual sin precedentes.

Su segundo film –Requiem por un sueño- es una durísima e intensa historia sobre la experiencia de la adicción a las drogas y a los sueños, convertida en un clásico moderno. Aronofsky ofrece películas con una cierta falta de armonía estructural, aunque de una indiscutible imaginería.

Un sello personal que trasciende géneros e historias. La preciosa –La Fuente de la Vida- es masacrada por la crítica y vapuleada por la taquilla. Darren decide esconderse bajo el trazo de Kent Williams para satisfacer por completo el proyecto de –the fountain- a través de una novela gráfica guionizada por él mismo.

Y dentro de unas semanas nos llega –The Wrestler-, cuyo trabajo artístico no entraré a valorar (las actuaciones del trío protagonista merecen un rincón diferente y Mickey Rourke quizás otro también).

Técnicamente la evolución de la narración es llevada con una maestría que reconcilia a Aronofsky con la ordenada distribución de las partes de una película. La relación del hercúleo ángel caído Randy –The Ram- Robinson con su entorno es de una descriptiva emocional apasionante. Un luchador profesional de wrestling, ya retirado que, tras haber sido una estrella en la década de los ochenta, trata de continuar su carrera en el circuito independiente, combatiendo en cuadriláteros de tercera categoría. Cuando se da cuenta de que los brutales golpes que ha recibido a lo largo de su carrera le empiezan a pasar factura, Randy decide poner un poco de orden en su vida.
Para esta aventura Darren vuelve a contar con la partitura de Clint Mansell. El trabajo de Mansell ha servido de prolongación sonora de su imaginación, colaborando en todas las cintas facturadas hasta el momento. Aronofsky posee una capacidad extrema de entendimiento y tiene la virtud de filtrarlo todo por medio de una mirada muy superior al presente de la gran industria norteamericana. El próximo reto de este artista neoyorquino lo sumerge nuevamente en la ciencia-ficción, al tomar el mando de un proyecto tan comercial como interesante en la particular propuesta que nos ofrecerá seguro este visionario, el remake de –Robocop-.

3 comentarios:

  1. Simplemente: ----EDU TE AMO----

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  2. Oh! me imagino que ya te estarás pajeando... el remake de Robocop bajo la posible banda sonora de Clint Mansell... Para mi Requiem por un Sueño, la BSO, se puede unir a la ardiente oscuridad de NV quedando una pieza sublime dentro de una noche ártica. Además cuando vi esa película por primera vez leía a la vez ensayo sobre la ceguera en una inigualable escena en la que una mujer cierra los ojos y... bueno, todo el mundo sabe que las negras no la saben chupar, quizás sea por un antiguo rito.

    Bulsarismo

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