miércoles, 25 de marzo de 2009

Peso Neto



Café-tostadas-cigarro-baño o estirar-ducha-vestirse-salir. El mecanismo particular al levantar por las mañanas es diferente. Cada uno tiene su propio código.
Se trata del hilo conductor que devuelve a este mundo, tras unos acontecimientos imaginados en el pseudo-coma del sueño. Sin embargo, es pasar los minutos y qué despiertos nos volvemos. Incluso antes de interrumpir la duermevela ya se está cruzando el umbral del deseo.

El peso Neto del placer es incontestable.

Estaba apoyado en una esquina oscura del negro cuarto aquel, como una alimaña del mal de pronto lo tuve ahí cerca. No escuché nada en ese rincón, sólo sucias miradas me acechaban sin par. Ninguna sombra de por medio lo pudo impedir y al final terminé en uno de los ínfimos cuartuchos, donde apenas cabe más de una persona; medirán dos escasos metros por uno. Poseen una apariencia sucia, usada y al mismo tiempo morbosa e irracional. Yo comenté…

Tadzio

- ¿Cómo te llamas?

Extaño

- Neto.

Tadzio

- ¿Qué nombre es ese? ¿De donde eres?

Extraño

- Soy de Brasil. Me llamo Antonio de Oliveira, pero me dicen Neto.


Y postrado sobre la pared se entregó de forma cruel. No hubo tiempo para conceder falsos sentimientos adscritos. La convulsión de los sentidos era de tacto hiperrealista. Aturdido por el impresionante olor a polla de la estrecha cabina, me quité los pantalones a patadas y rompí la camisa en un acto de ansía. Los botones salían disparados hacia el chorreante suelo. La piel que me rozaba era morena y tersa, tenía un aspecto saludable, igual que un deportista de élite o un campesino africano. Su sexo se exhibía casi tan grande como mi antebrazo. Cuando me quise dar cuenta, Neto andaba de perfil, pasivamente humillado como una damisela abriendo su flor en primavera. Desde arriba su rostro me recordó a mi amigo Néstor. Poco a poco concluía el gusto de haberlo conocido. Ha sido un manjar de puro paso. Fresco, agradable y solitario.

Extraño

- Hasta otra. ¡Es la vida!


Con gesto de expresión corporal reforzada le dejo claro que no soy nuevo

Tadzio

- Por supuesto, mon ami. ¡C´est la vie!


Volví andando hacia casa una vez más, por las solitarias calles del casco antiguo. De repente, me vi sorprendido a mitad de O´donnell. Una proporcionada figura caminando en zigzag perdido alumbró la acera. Chica joven, probablemente de menos edad que yo, se dejó caer en un escaparate de lámparas. Me quiso informar a sonrisa abierta que estaba prendida.

Extraña

- ¿Por donde voy?

Tadzio

- Eso deberías saberlo tú.

Extraña

- Creo que me he perdido.

Tadzio

- ¿De quién?

Extraña

- De mí.


Suelta una carcajada que resuena en toda la strada.
Le sigo el juego y río a borbotones.

Tadzio

- ¡Andiamo Ragazza!

Extraña

- ¿Eres Italiano? ¡No eres italiano!

Tadzio

- No. Pero en ocasiones me gusta aparentarlo.

Extraña

- ¿Y de donde dices que eres exactamente si te preguntan?

Tadzio

- De Rimini, de Roma, de Bolonia…

Extraña

- Tienes la lección bien aprendida. (Sonriendo me coge de la mano) En bruto puedes parecer italiano.

Tadzio

- ¿Y en Neto?

Extraña

- ¿Qué?

Tadzio

- ¿Cuánto pesas? (la cojo sin dilación entre mis brazos y la levanto del suelo)

Extraña

- ¡No me lo esperaba! (con boca abierta de aspecto gozoso) ¿y bien? ¿Cuánto?

Tadzio

- Limpia, pura, clara… ¡poco!


La muchacha me pone su mano sobre mi bajo vientre.

Extraña

- Y esto, ¿Cuánto te pesa?

Tadzio

- Es raro. Todo el mundo se la mide, nadie se la pesa.


Vuelve a surgir una risa impetuosa de su interior.

Extraña

- ¡Yo quiero saberlo!


Se empeñó en ir a descubrirlo, aunque no creo que averigüemos la exacta verdad del caso.
Hizo Chas y aparecimos en un estrecho hostal, de cuatro plantas, enclavado entre edificios, en pleno centro de la ciudad. Casi metido con el calzador de un zapato, intenta respirar sometido por los muros colindantes. De aspecto pulcro y entrada aceptable. Un cartel, con dos letras de neón fundidas, cuelga verticalmente el nombre del hostal. En la fachada reza esa luz temporizada que lo identifica:
“Né to ”.
A ciencia cierta hoy me quedo en limpio, líquidamente.

lunes, 23 de marzo de 2009

Dioses y Monstruos


La vida es un tiovivo que nunca para de dar vueltas. ¿En qué parte del círculo giratorio te encuentras? Lo digo a sabiendas que es tiempo de crisis en el alma, así que asá mejor no mirar atrás. En estos casos vistazo al frente, porque cualquier pasado siempre fue consistente e inexpugnable en comparación con el atolondrado presente. El poco vigor de lo actual cede fácilmente ante el afecto del recuerdo.

Los castillos de cartas se desmoronan a mi alrededor, mientras yo quedo inmóvil por los acontecimientos. Ya me lo dijeron una vez: Los grupos de personas, a partir de la pareja, están destinados a la desaparición desde el comienzo, al igual que nosotros mismos. La escasez de cordura hará evidente lo defectuoso en algún momento decisivo. Para sobrevivir a todos estos cambios nos uniremos a alguien que adelante la salvación en esta evolutiva paranoia. La intención es escapar con el olor de una mañana vespertina. El lícito deseo de huir hacia lo nuevo, lo pasado hace un segundo ya está putrefacto.

Vacilamos entre un estado de exaltación cercano a lo divino o la inquietud de lo monstruoso. Somos unos maniacos depresivos a diferentes escalas, además si diseccionas los desordenados fragmentos de una existencia con poco juicio me encontrarás a mí y parte de ti. ¿Dónde estuvo el error? ¿O el error es pensar que lo hay?
En los caminos farragosos de la mente, me servirá de lazarillo aquel frankenstein creado a golpe de tecla hace unos años.
En resumen,
no es un buen momento para ninguna cosa; esperar a que escampe, el cielo abra y se vea un arco-iris atravesando los ensangrentados ojos de nuestra amada.
Y entre tanto… yo creo que me he perdido y para más inri, los fines de semana al pensar en ti me pongo perdido.
Perdón a quién me conozca ahora, a veces tengo la sensación de volverme un poco tarumba por completo. Como le decía Tyler a Marla: "Me has conocido en un momento extraño de mi vida".

martes, 17 de marzo de 2009

La Bestia Humana


El genocida que todo lo puede. La esbeltita sombra de José Tomás provoca en el ruedo. Elegante, citando a la bestia de perfil, toreando de frente; único. Asume el mayor nivel de riesgo en el escalafón taurino. Un loco entre compañeros de profesión medio locos.
Al contrario de lo que muchos piensan, José Tomás tiene aprecio a la vida, pero se entrega a su tarea con la dedicación de un maestro oriental en artes marciales. La concentración para alcanzar la ejecución deseada y así mostrar su yo (íntimo/público) es lo único que le interesa, sin pensar en funestas contingencias durante ese instante.

Un animal en constante lucha por no ser sometido y un ser de inteligencia superior empeñado en crear, a través de la muerte del otro. ¿Cómo se puede hacer espectáculo del sufrimiento? ¿Qué sentido tiene asesinar de esa manera? ¿Cómo explicar a un toro el concepto de arte humano? Es inexplicable. No se puede decir porqué gusta esto, aunque debe atender a la irracionalidad más pura. Sería como intentar dar a conocer porqué te agrada un color en concreto antes que otro.

Hay un protocolo inmutable en el toreo, semejante a un rito religioso. El torero es el sacerdote, vestido según costumbre arraigada, que oficia el sacrificio delante del pueblo. En este sub-teatro de la vida no existe lugar para el género cómico cuando el espada es bueno.

Tomás tiene un misterio. Probablemente tiene varios. A la prensa no le gusta esto. Desde su retirada hasta la reaparición en Barcelona, el papel cuché (y el importante) ha especulado sobre sus razones. Se han leído cosas del tipo: Gay, ateo, corrupto, comunista… El gran carnaval nos ha querido vender la penúltima historia de culpabilidad y redención con sabor a otra época. ¡Fascinante, la España tremendista!
(tan de manifiesto, por desgracia, en estos últimos días)



El príncipe de los toreros ha resucitado la fiesta de la España profunda e indaga mejor que nadie en nuestras profundidades interiores más oscuras, aquellas protegidas por siete panteras de bruto indómito. La tauromaquia está podrida, obsoleta, arcaica, no tiene argumentos validos para convencer a la racionalidad de los “bien sanos” del mundo moderno. Sin embargo, el Mesías José Tomás nos enseña desnudos qué somos, la levedad del ser y la aspereza de nuestra naturaleza, volviéndose en silencio con la victoria en la mano.
El diestro ha llegado a un estado de equilibrio zen. Quizá el toreo sólo entendido a su altura extrema pueda encerrar el hermoso sentido del sinsentido. Al igual que Renoir en su tiempo, el matador ha conseguido fotografiar el crudo retrato de la condición humana.



Si a un especialista en cuestiones mentales se le pidiera una evaluación psiquiátrica (de forma aséptica) del genio Tomás nos sería imposible permanecer al margen del resultado, porque esa mente es el horror de la noche más negra y está poblada por los fantasmas ancestros. Irremediablemente nos encontraríamos a nosotros mismos. El final del laberinto esconde al vampiro sangriento. Nuestro cara a cara con la esencia maldita.

viernes, 13 de marzo de 2009

Looking-Around


Una vez vi al hombre lobo a la luz de la luna, cuando los murciélagos estaban volando. Él lloraba al lado de su ropa de hombre.

Hay que mirar, descansar y volver a mirar a nuestro alrededor. Siempre dispuesto a la acción de recibir información. Ojalá, Amanda, tú seas una mujer de acción y no de sentimiento, ¿verdad?
El inacabado esfuerzo de escuchar hasta empaparse de la verdad de los demás. Ese donaire de empatía tan escaso en los casos del día a día.
Sucede que me canso de mis pies y mis uñas y mi pelo y mi sombra. Sucede que me canso de ser hombre.
No existe equilibrio en este teatro; habrá que encarecer la ausencia de literatura. A tientas te van tocando mientras intentas imponer tu yo, tu ser, tus ideas, tú, a toda costa. Viene a ser lo mismo que consta en el ánimo de los otros. Parecidos, iguales, terribles hasta desgastar el fruncido como Pierrot, el payaso.

Payaso, una vez vi al hombre lobo llorando.

martes, 10 de marzo de 2009

anoche soñé contigo



Ibas acompañada de un yegua, mujer bella de cuerpo primoroso y lascivo. También tenías un caballo al otro lado, hombre muy excelente, un Apolo. Ambos se parecían inevitablemente a dos amigos que encontré hoy durante la mañana.
Y tú, ahí en medio, hermosa joven desnuda, con portentosas alas, apunto de surcar el cielo de manera ascendente. Pareces un emisario divino, que en mitad de maratón vas a entregar información en algún punto distante al de partida. Eres un ángel profusamente sexuado. Tu risa infantil, ¡no! tan natural, zambulle de ti igual que el champagne al abrir una agitada botella de Moët Chandon. Te fascina el poder del sexo; eres como una adolescente que acaba de conocerlo. No puedes evitar contar intensas experiencias sexuales, que siempre resultan muy poéticas.

Le atas (a la yegua) las correas que le aprietan el vientre y, aún más, la que pasa entre sus muslos. Finalmente, le acaricias el trasero, le palpas el vientre y, por fin, le das con la fusta. Ella da un relincho como un quejido. El Caballo sólo mira, expectante. La yegua se acerca, rodeándome con lozanía, insinuosa, mostrando bastante vicio. De repente se echa sobre mí y comienza a devorarme dulcemente.

Me quedo congelado. Siento como la sangre deserta de mis venas gota a gota e intento cogerla con mis manos y no encuentro mis manos, tampoco noto ya mi sexo, y sin embargo estoy excitado hasta navegar por una inerte compensación emocional.
Reviso los portentosos muslos de la bestia porque mi objetivo mental es llegar a ellos, para así rozarlos con mis labios. ¡Cuánta espera!, ¡qué gozo tan extremo!, drogado por el placer de verte mientras tu animal saca todo lo que llevo dentro.
La sensación es pareja al efecto de psicofármacos mezclados con abundante alcohol, ante el sueño desnutrido de una larga noche festiva; ¡Basta de éxtasis! ¡No puedo más!

La yegua se retira, el caballo sigue atento y mi fémina alada toma las riendas del comer antropófago para terminar la faena. Lame y llora. Es maravillosamente anestésico, por segundos pienso que voy a quedarme dormido o perder toda conciencia llegando al desmayo, pero cuando me quiero dar cuenta ya la tengo encima, flexionando las rodillas hasta encajar una pose imposible. Los ritmos desembarcan en la absoluta extenuación. Apenas estoy unido con un hilo a este mundo. La vida se me va gustosa en un último suspiro, luego no alcanzo ni a contar: seis, siete, ocho... ocho y medio... Es mi particular Claudia mediterránea, un animal sexual más allá de lo Felliniano.



“Tú lo eres todo… You are everything. You are the first woman of the first day on the Earth... You are Eve... You are mother... sister... Eres la amante, lo femenino... Eres un ángel… Y el Demonio… La Tierra, la casa…”
[La Dolce Vita]

jueves, 5 de marzo de 2009

are you my butterfly?



Idealizar a alguien es un venenoso tótem a punto de salpicar.
Tener una visión…
Un error sencillo pero tremendo.

René Gallimard creyó haber sido amado por una mujer perfecta, y efectivamente desde su perspectiva personal fue así. Todo cambia cuando en vez de una mujer, él descubre que era profundamente gratificado por la fantasía de un pasivo amante asiático.
-La realidad no es mejor que la verdad de uno mismo-

"You're nothing like my Butterfly." Respondió Gallimard ante la confesión del espía comunista que había simulado la farsa. Realmente todo podría haber seguido igual, pero ya nada era igual para él. René tenía una visión, una visión que se había convertido en su vida. Sólo le quedaba una escapatoria para ser fiel a su idea, porque “morir con honor es mejor que vivir con deshonor”.

[Este vídeo revela información total del final]


-La imagen de las cosas Vs. Las Cosas-

La verdad está corrupta. La iguana de Michigan ya lo sentía: Corruption corruption corruption Rules my bones. Corruption corruption corruption Chills my bones. Corruption corruption corruption
Rules my soul


...
Unos aman muy poco, otros demasiado,
algunos venden, y otros compran;
unos dan muerte con muchas lágrimas
y otros sin un suspiro:
pero aunque todos los hombres matan lo que aman,
no todos deben morir por ello.
...
(Fragmento de "La balada de la cárcel de Reading" July 7th, 1896)

Y entre tanto where are las verdaderas butterflies?

lunes, 2 de marzo de 2009

poesía fugaz



Hay gente que llega, aporta, y se va para siempre. Es el caso del poeta glam Steve Harley.

Durante los años 70 se producen hechos sociales que marcan cambios en la continuación de los 60 hippies, producto de una mayor liberación de sus condicionantes misóginos y homófogos. El glam rock irrumpe y rompe moldes, da un nuevo giro a la situación y propone a la música como espectáculo.

David Bowie era el más aclamado del comienzo de los 70 en Inglaterra, el rey del glam rock. Lo andrógino de su aspecto, la creación de un alter ego espacial como Ziggy Stardust, sus giras que abarcaban desde Tokyo a Nueva York pasando por Moscú, la actitud liberal ante la vida y en el escenario, el maquillaje kabuki, etc. Todos estos condicionantes le hacían ser lo más grande, musicalmente hablando, aparecido en Gran Bretaña desde el boom de los Beatles. Unos años (71 – 75) dominados por los Marc Bolan (T.Rex) o Gary Glitter y sus equivalentes americanos, Alice Cooper e Iggy Pop.



Pero quizás quien consiguió un éxito de público más heterogéneo (y efímero) fue Steve Harley y su grupo Cockney Rebel. Harley estaba influenciado por Dylan, Lou Reed o el propio Bowie y supo darle teatralidad lírica a sus composiciones, así lo manifiestan algunos de sus temas clásicos (soberbia “Death Trip”). Este “Sebastian” (de su álbum debut “The Human Menagerie”) es de una clase portentosa.
“We only just begun, babe, to compromise
Slagged in a bowery saloon,
Love's a story we'll serialise
Pale angel face; green eye-shadow,
The glitter is outasite
No courtesan could begin to decipher
Your beam of light”

Me dejaría cortar un dedo por el vinilo original.

El segundo disco de la banda es uno de los mejores de la década, “The Psychomodo”. Producido por Alan Parsons, este LP encierra maravillas: “Sling it”, “Cavaliers”, “Sweet Dreams” y esa preciosa pieza que sólo puede disgustar a quien no tenga sentimientos, “Tumbling Down”. Todd Haynes la seleccionó para una recreación en su película Velvet Goldmine de 1998, que trataba sobre el glam rock.
El actor Jonathan Rhys Meyers interpreta la escena.


En el 75 editaron “The best years of our lives”, que incluía el éxito “Make me smile (come up and see me)”.


Tras esto la banda continuó sacando discos, pero sin capturar mi interés. Steve Harley tiene actualmente trabajos en solitario a la venta y también es crítico musical en un segundo canal de la televisión británica. Su pluma se secó hace tiempo o más bien únicamente tuvo relevancia cuando mostró un nuevo camino. Lo que tenía dentro ya lo contó. Todo lo que sigue es repetición de lo que hizo o imitación de otros. Aunque durante dos discos y medio fue el mejor escudero del Mesías (Bowie) y el más inspirado letrista glam. ¡Dios Salve a Steve Harley, el poeta fugaz! Porque aportó escritura original al color.

[Escuchar canción. No prestar atención al fatídico montaje]


Una vez en la vida hay que escuchar un disco de Steve Harley (“The Human Menagerie” o “The Psychomodo”) tras una noche de marcha, a ser posible mientras sale el sol.